sábado, 23 de junio de 2012

Istambul: algo más que la antigua Bizancio.


A diferencia de otros, este era un viaje planificado desde hace algunos meses. Al principio la idea de ir a Istambul me seducía por aquello de su historia, pero por otro lado no tenía muy claro que me apeteciese conocer la cultura turca.

El espíritu aventurero y las ganas de vivir todo cuánto se pueda, me hicieron no titubear mucho a quien me propuso la visita. Esta última semana, antes de partir, el deseo de estar en Istambul crecía por momentos y finalmente el pasado viernes, mi amiga Amalia y yo poníamos rumbo a Oriente.

Nada más llegar, me sorprendió lo cosmopolita de la ciudad, que sin lugar a dudas, esperaba más decadente. Lo primero que teníamos que hacer era ubicarse en el mapa y estudiar la mejor forma de moverse por una ciudad, nada fácil, por sus casi 14 millones de habitantes, que según datos demográficos, la convierten en la tercera más poblada de Europa.

La primera tarde en Istambul fue muy tranquila apenas un paseo por los alrededores de la mezquita de azul y el primer recuerdo de la infancia: mazorca asada. Mi hermano Jose y yo éramos “adictos” en verano a ese aperitivo, clavábamos el tenedor en uno de los extremos de la mazorca, la asábamos y después a devorarla como roedores… Por lo tanto, se hacía más que necesario comprar una de ellas y probarla, en este caso en un marco mucho más idílico.

Después, llegaba el momento de la cena y la verdad es que Estambul posee miles de sitios con encanto en pequeñas callejuelas donde con una cuidada iluminación y no menos exquisita decoración, hacen que la comida turca se convierta en uno de esos placeres sublimes, sabores típicos que se mezclan con intensos olores dando como resultado inolvidables recuerdos destinados a permanecer impasibles en mi mente.

A la mañana siguiente, Murat, el guía q nos acompañó hasta bien entrada la tarde nos transportaba a épocas pasadas, Bizancio y Constantinopla, tomaban vida de nuevo y fue ahí, donde me di cuenta que debo tener ascendencia otomana, sobre todo al ver la colección de armas, que más bien eran impresionantes reliquias del pasado, en una de las múltiples exposiciones del palacio de Topkapi. Por unos momentos, me sentí un verdadero Sultán, con todos los privilegios que eso conllevaba. 

Explicaros con palabras la belleza de Santa Sofia o la de la mezquita azul, es prácticamente imposible, o al menos, mi léxico no lo permite. Por eso os dejo algunas fotos, para que entendáis porqué son patrimonio de la humanidad.


Ir a Istambul y no hacer un crucero por el Bósforo es casi un sacrilegio y lo es mucho más si uno no visita el gran bazar o el bazar de las especias y eso fue lo que hicimos en los días siguientes. Una vez más la mejor muestra de ello son las imágenes.

Pero una ciudad es algo más q bellos monumentos o grandes mercados en los que se mezclan colores y olores..., sin duda, me falta hablaros de sus gentes, de lo que pude percibir mientras los observaba. El domingo por la tarde decidí explorar la ciudad inmiscuyéndome en las zonas menos turísticas y como lo disfrute!!!. Las familias turcas, tienen muy claro, como otras tantas, la necesidad de trabajar para sobrevivir, pero los domingos para ellos son muy importantes ya que es el día en el que comparten ocio y lo hace toda la familia al completo. La diferencia de clases es importante, por eso la mejor opción para comer fuera de casa en los menos pudientes no es otra q la de pasear por el mercado de pescado bajo el puente de Gálata eligiendo las mejores piezas que asarán las decenas de asadores q hay bajo el mismo y sentados frente al mar disfrutan del sabor del pescado recién asado, mientras, sobre el puente restaurantes de todo tipo se encuentran abarrotados por turistas y por las clases turcas más pudientes, los contrastes se hacen patentes en una ciudad cuyo crecimiento económico crece a ritmo vertiginoso entre el 6 y el 8 %, cifras que en España ahora mismo son un imposible.

Istambul es una ciudad sobrecogedora en muchos sentidos pero, si tuviese que elegir dos imágenes durante este viaje, la elección es clara, la primera de ellas es la de una mujer turca comiendo con burka y la segunda la mirada sobrecogedora de Hammed, un niño de no más de ocho años que encontré vendiendo pañuelos por la calle. Gestos y miradas que invitan cuánto menos a reflexionar y a ser conscientes de lo afortunados que somos los que tenemos la suerte de sentarnos frente a un pc a escribir nuestras experiencias y los que estáis al otro lado leyéndolas.

Nuestra realidad, por muy difícil que sea, podría ser aún peor, por eso, tenemos que aprender a relativizar, a darle importancia a lo que de verdad la tiene y a no cesar en la búsqueda de aventuras que nos aporten nuevas e inolvidables vivencias. Istambul, es una parada casi obligada en el camino de la vida, un destino único que encierra la magia de épocas pasadas donde tradición y modernidad conviven de manera sorprendente.

A qué estas esperando para planear un viaje a Istambul? Corre…!!!

Si quieres conocer más, échale un vistazo a este link: http://blogs.antena3.com/a-mi-manera/estambulla-magia-olores_2012062000174.html